viernes, 21 de enero de 2011

Cambio de hora

Entrada tonta y típicamente blogguera donde las haya, pero es que me ha llamado la atención e igual tiene algo que ver con la idiosincracia laosiana y el ferreo descontrol del gobierno "comunista".

Antes de venirme a Laos, decidí cambiar mi teléfono móvil español de Garrafone a Vomistar. De paso, me "dieron" un teléfono Samsung (igual que los teléfonos chinos Samsnvg, Smsung o incluso Sumsung que venden aquí) así como moderno, con su pantalla táctil y demás pijadas. Algo más de juguete que mi anterior Sony Ericsson (hablando de Sony, aquí venden teléfonos que ponen Vaio, e incluso algunos ponen Compaq o Lenovo), pero diferente y que se sentía "bueno". Todo correcto con el aparato.

Me lo traje a Laos, claro, y le cambié la hora para que estuviese las actuales 6 horas adelantado. Pero pronto descubrí que no eran seis horas, sino 5 horas y 55 minutos. ¿Este teléfono atrasa? No, no... no atrasa. Sólo se retrasa cinco minutos, punto. Quicir, que yo lo veo que pone las 21:40 cuando en realidad son las 21:45, actualizo la hora, pero por la mañana veo que pone las 07:30 cuando en realidad son las 07:35. Y así cada día. Curiosamente, no seguía atrasando más allá de la diferencia de cinco minutos.

Como me resultaba intrigante, decidí no ponerlo en hora, sino adelantarlo cinco minutos. Efectivamente, a la mañana siguiente el aparato se había retrasado 10 minutos hasta alcanzar su diferencia habitual de 5 minutos de retraso. Y así sigue, con su retraso relojil.

Si alguien tiene alguna explicación, que la diga. A mí me trae sin cuidado, yo miro la hora en el reloj de muñeca, siempre.

A todo esto, comentar que en Laos no hay hora de verano / hora de invierno. Pensaba que sería porque aquí es como estar en verano siempre, pero qué carajo, por las noches ahora hace frío!

martes, 18 de enero de 2011

Imposible

Hoy he aprendido dos palabras más en Laosiano. O no. En realidad he aprendido siete palabras... sólo me queda conseguir pronunciarlas correctamente. Y son las siguientes: kai y kao.

Pasemos a explicar.

Pronunciando KAAI, en tono ascendente, estamos diciendo CERCA.

Pronunciando KAAI, en tono descendente, estamos diciendo LEJOS.

Pronunciando KAI, corto y rápido, estamos diciendo POLLO.

Pronunciando KHAI, igual de corto y rápido pero con una K más marcada, estamos diciendo HUEVO.

No intenten decir que el huevo está cerca y el pollo lejos y que les entiendan, claro.

Pero la cosa se puede complicar un poquito más si decimos KAO, pues quiere decir NUEVE, mientras que KÁO, ascendente, es ARROZ. Algo como KIM-KÁO es comer, por cierto... Por desgracia para nuestra habilidad fonética, KÁO también es ENTRAR.

Yo de momento me limito a decir BO (no) y LEAO (ya), y añadir verbos en inglés, pero más o menos voy aprendiendo. Lástima que tan rápido como aprendo, olvido. Y eso que el Laosiano es un idioma con una gramática bastante simple, o eso parece. Hablan como los indios, y los tiempos verbales se entienden por el contexto. Como curiosidad, usan el mismo verbo para querer y para necesitar, resultando gracioso que en un restaurante te pregunten si necesitas mayonesa. Hombre, necesitar, necesitar...

De cualquier forma, seguimos intentándolo.

Nota: mi "profesor" acabó confesándome que entre ellos mismos a veces no se entienden, así que tampoco habrá que darse por vencido.

lunes, 17 de enero de 2011

El peor Jeep del mundo

Ya no está con nosotros, algo normal porque con el retraso que llevo en actualizar el blog el pobre vehículo ha pasado ya a mejor vida, refiriéndome con ello a que, por fin, alguien lo ha comprado y se lo ha llevado para darle un uso merecido (o no), aunque no me extrañaría nada que el artefacto haya sido desguazado o reconvertido.

Debajo de una de las casas en las que vivimos los expatriados reposaba hace tiempo un Jeep Willis bastante dejado. Como aquello era un barullo insufrible, y sobre el coche se iban amontonando restos de a saber qué, piezas diversas, cajas, carteles, etc… en una tarde de furia se decidió que había que deshacerse de todo aquello, vendiendo lo vendible y tirando lo invendible. Y así se hizo.


El Jeep fue convenientemente rescatado e incluso adecentado. La limpieza fue sencilla, con dejarlo al aire libre un par de días en temporada de lluvia, toda la costra desapareció dejando al descubierto una hermosa carrocería verde por fuera, y naranja por dentro. Y es que aquello era un puro óxido.

Yo tengo experiencia en coches realmente malos y en estado lamentable, pero lo del Jeep alcanzaba ya un nivel de artesanía local sencillamente maravilloso. Que un coche tenga refuerzos de madera por los bajos sólo puede ser bueno, un buen comienzo. Evidentemente, es de esperar que las piezas de la suspensión delantera izquierda no sean las mismas que las de la suspensión delantera derecha. De la misma forma, el montaje de esas piezas puede ser correcto o incorrecto, a gusto de quien lo mire.


A ver, por fuera no estaba tan mal, incluso tenía unas llantas relativamente agradables a la vista, con aspecto de calidad. El interior ya era un poco peor, con su inexplicable volante Honda, los asientos de a saber qué coche directamente atornillados al suelo, o la moqueta con tal capa de mugre que se había impermeabilizado, sin olvidar los acabados en madera. Pero todo eso no era nada que un retoque cosmético no pudiera arreglar.

"Honda"

El drama era mecánico, como es normal. Seré breve: es el primer coche que he conducido que es más potente al ralentí que acelerando. Al mismo tiempo, es el primer coche en el que noto que voy considerablemente más rápido al girar a la izquierda que con el volante recto. Al pisar el freno, el propio pedal arrastraba el acelerador, el embrague iba por libre, la caja de cambios no tenía posiciones realmente fijas, ninguno de los indicadores funcionaba, el volante tenía una holgura más que preocupante y, además, tampoco se quedaba en la misma posición siempre. Me explico: con las ruedas rectas, el volante estaba en un ángulo X; al girar, pasaba a un ángulo Y, pero al volver a poner las ruedas rectas el ángulo no volvía a ser X, sino H, F, S, o K, dependiendo del momento.

Lo de debajo del capó.

No había suspensión, tampoco había frenos. Luces es evidente que tampoco. Tracción total… probablemente fuese tracción relativamente delantera y lateral, porque por atrás no se apreciaba mucho movimiento. Eso sí, palanca de la “caja transfer” había, aunque era tan inamovible como el responsable mecánico que me observaba mientras yo inspeccionaba el coche.


El arranque era por aproximación, uno giraba la llave (sacada de un candado) hasta que aquello empezaba a chirriar, y una vez arrancado la volvía a girar para parar el motor de arranque. Y todo aquello cuando al coche le daba la gana. Claramente, la cosa dejó de “aproximar” justo en el momento en el que los primeros compradores vinieron a ver el trasto. Pero al final se vendió, y no se vendió mal. Unos 3.000 dólares pagó un incauto por aquello. Y es que en Laos los coches son carísimos, hablando de niveles occidentales (la mayoría de los locales ni se plantea lo del coche).

Y se fue para nunca más volver. Habrá que comprar un Hummer…


Horrible foto, por cierto, pero no quería mojarme…

De verdad de la buena...

Que sí, que sigo aquí y que me voy a poner a ello, pero es que no es fácil encontrar hueco.

Luego sigo con el peor Jeep del mundo. Dejo, mientras, una foto curiosa, muestra de la actitud comercial laosiana. No, no es que vendan muchas cosas y un cadáver, lo del suelo es el vendedor echándose la siesta.