domingo, 25 de abril de 2010

K.O.

Pues eso, K.O.

Así me ha dejado un algo que he comido, unido al agotamiento de trabajar tantas horas, tantos días, bajo tantísimo calor. Me han mandado a la capital, a Vientiane, para que me pueda ver un médico acostumbrado a tratar organismos europeizados. Y qué mejor que la clínica de la Embajada Francesa, supongo. Es que los europeos de ciudad somos bastante birriosos, y no podemos salir fuera sin que nos dé un bajón.

Las sensaciones ahora son bastante negativas. Vientiane es una verdadera pocilga de ciudad, falta de la gracia histórica y rural de Luangprabang, y con un feeling de inseguridad bastante patente en cuanto se van los demás turistas. Hay tráfico, hay cochazos europeos bastante caros (país comunista, ya se sabe...), y hay pobreza. De hecho, hay una mezcla imposible entre la supuesta "frenética" actividad de cualquier capital y la vagancia, inutilidad e inoperatividad habitual de los laosianos trabajadores (porque los que se buscan la vida ellos mismos son más listos que el hambre), y esa sensación constante de que te están timando, como turista que eres.

Leo en una guía que la ciudad invita a ser recorrida a pie. Me gustan esas guías escritas por quien nunca ha viajado a los sitios, y que se basan en lo leído y lo visto por ahí. A pie se recorre una capital de provincias española, por ejemplo, o incluso el centro de París. Recorrer a pie Vientiane implica caminar con mucho cuidado (las aceras, o no existen, o están llenas de agujeros), tener que evitar cruzarse con perros y gallinas (por todas partes), recorrer kilómetros de calles llenas de miseria para poder ir a donde se tenga interés en ir, sufrir mosquitos y hormigas rojas descomunales y durísimas (dan miedo, de hecho), y todo ello soportando un calor desproporcionado. Bueno, desproporcionado para alguien como yo, que tiene bastante calor por encima de los 28 grados... cuando aquí lo normal son 38 a 42 grados, durante todo el día.

Pero hay cosas que ver, evidentemente. Cosas como las que pongo aquí abajo en fotos. Ahora voy a ver si logro recuperarme de una vez del malestar estomacal este que me trae de cabeza.

Nota: sólo llevo un mes (bueno, un mes y una semana) aquí, y nunca creí que fuese a decir esto, pero... echo de menos un supermercado.

Desde el hotel, por la tarde.








Al menos hay chicas guapas...








Más fotos en la Galería de Picasa, tan pronto como la tenga subida.

sábado, 3 de abril de 2010

Mira, Antonio

El laosiano, el idioma laosiano, es realmente complicado. A una escritura que nunca sabes si está al derecho o al revés, se le une el tener seis tonalidades diferentes para las palabras, lo cual implica unas mil trescientas consonantes y treinta y cuatro millones de vocales, aproximadamente.

Pero lo curioso es que, de vez en cuando, se entienden frases clarísimas en correcto castellano. La primera que escuché fue "Mira, Antonio". Pero tal cual, con la pausa de la coma y todo. Volví la cabeza rápidamente, no fuese a ser que estuviese rodeado de españoles y no me hubiese dado cuenta, pero la realidad es que a mi alrededor sólo había laosianos, que son como chinos pero más morenos (algunos) que los chinos que no sean morenos, que seguro que los hay (los chinos morenos, que no sean laosianos, pero tampoco kazajos, porque esos son como chinos de aspecto pero más altos, y hablan ruso y kazajo, no chino, como una amiga mía que habla chino, la tía, menuda fiera, pero chino de entender y todo porque bla bla bla bla....). De las laosianas hablaré en otra entrada, pero puedo avanzar que son, por lo que he visto hasta ahora, la inmensa mayoría verdaderas monadas (referido el término monada a hermosura, no a semejanza al simio).

"Dale ahí". Cuando escuchas a dos tipos encargados del mantenimiento decir "dale ahí" ya te quedas totalmente catatónico. Dale ahí... Pero con una claridad alucinante, digna del mejor castellanoparlante.

El acabose, por el momento, llegó esta mañana cuando escuché, en medio de una acalorada discusión laosiana, un perfectamente audible "tiene razón". Y como tenía razón, ahí terminó el asunto.

Y con esto dejo esta entrada tonta de hoy. Mañana creo que descanso, al menos hasta las 2 y media de la tarde que se supone tengo cita con una masajista para probar unos nuevos productos que se van a usar en el Spa. No, no es un masaje total, ni mucho menos con final feliz. Se queda en un tratamiento facial... (por cierto, ¿tendré que afeitarme para ello o se podrá ir de lija?).

Espero levantarme temprano e ir a ver a los monjes pedir almas por la calle. Y si no me levanto temprano, lo dejaré para otro día...