domingo, 15 de agosto de 2010

4 meses de crecidas...

Cuando me dijeron que en Laos llueve mucho en Agosto, me imaginaba mucha lluvia y tormentas tropicales. Vamos, que no andaba yo muy fino ni muy original, que digamos. Estamos a mediados de agosto, sigue diluviando cada dos por tres, y el Mekong sigue creciendo. No da miedo, da respeto. Bueno, un poco de miedo sí da cuando hay que cruzarlo a bordo de una barca de esas de ancho individual, en las que llevas el culo por debajo del nivel del río... Pero son gajes del oficio, y si toca ir a ver nuestro barco, y éste se encuentra al otro lado del río, toca subirse en esa especie de piragua motorizada y estarse quieto los cinco o diez minutos que dura la travesía.

La técnica es sencilla: como el agua baja tan fuerte, hay que salir desde un punto situado más arriba en el río que nuestro destino. ¿Porque así logras gastar poco ya que vas con la corriente? En absoluto, la proa siempre mirando a contracorriente, y la canoa en un perfecto "drift" acuático, mientras observas con horror como, pese a ir apuntando hacia arriba, el árbol que te sirve de referencia se va alejando más y más... por delante. Sí, vas marcha atrás.

Para regresar la técnica consiste en subir el río muy pegado a la orilla, hasta el punto de esquivar en el último momento las copas de lo que antes eran unos árboles más que curiosos, para luego dejarse caer río abajo, siempre con la proa mirando a contracorriente. La realidad fue que arrancamos, subimos, y cuando nos disponíamos a separarnos de la (relativa) seguridad de la orilla... la barca se quedó sin gasolina. El (iba a llamarle marino, pero siendo de río no sé si es riíno, riverino....) hombre de la barca logró dar media vuelta, y regresar al puerto, que no era más que una orilla un poco despejada de matojos, en donde pidió un poco de gasolina a otro compañero. La gasolina se la dio en un viejo vaso de plástico. Y con esa gasolina iniciamos la travesía de vuelta. Repito, la gasolina se la dio en un viejo vas de plástico...

Y todo esto para poner al final una foto comparativa del Mekong en 4 meses. Ojo, que es un río de varios cientos de metros de ancho.

¡Que me mojo!

Al final llegamos sin problemas. Por cierto, click en la foto para verla en grande, claro.

lunes, 2 de agosto de 2010

Un elefante verde minúsculo y sin patas

Me acerco al restaurante y oigo un grito aterrador que parece venir de la cocina. Un grito femenino, que como bien desconocen, es común en todo el mundo a las mujeres asustadas. Vamos, como el nombre de Carod Rovira, que es el mismo "en la China Popular y en la otra".

Rápidamente entro en la cocina a ver qué pasa, pero las risas que acompañaban al berrido, proferido por una cocinera local, me hacían suponer que no era nada grave. Dentro, arremolinados sobre la zona de lavaplatos, me encuentro con el equipo de cocina, el de limpieza y algún camarero mirando fíjamente al animal. En realidad no sé quién miraba más fijamente, si el animal o ellos.

Y como no podía ser de otra forma, lo rescaté con un folio y me lo llevé para hacerle unas fotos antes de ajusticiarlo. Y es que un elefante verde minúsculo y sin patas, mirándote con cara asustada, no es algo que se vea todos los días.

Hola, buenos días, ¿qué tal?

Nunca me había encontrado frente a un animal con esos ojos y esa nariz. Vale, no es un llimaz fucsia, pero bien podría ser su primo laosiano. El bicho en cuestión se había ventilado, en cuestión de minutos y pese a ese aspecto tan educado, media hoja de las llamadas "oreja de elefante", con una superficie de casi un metro cuadrado. El cabrón fue a elegir la hoja principal y al final hubo que cambiar la planta completa.

Pero claro, uno lo mira, quiere reñirle por haberse comido la hoja, lo vuelve a mirar... ¿y cómo vas a reñir a un animalillo que te pone esos ojos?


Al final ha sido indultado y liberado frente a mi casa, para que haga de cortacesped o sirva de alimento para el gecko, que será lo que finalmente acabará sucediendo.