domingo, 6 de febrero de 2011

Perdió el bus

Como empezaba un tremendísimo hilo en uno de los mayores foros de Internet del mundo, "les voy a contar una noticia, es de vergüenza su actitud".

Lobby del hotel, pasan unos minutos de las 10 de la noche. Mientras despido al director general de un gran tour operador norteamericano con base en Tailandia, veo cómo dos clientas del hotel se acercan con aires bastante poco amigables.

- Are you the manager??

Pues sí, resulta que yo soy el Manayer y tal, aunque parece que esta señora ya no se acuerda de mí, que la saludé ayer cuando llegó...

- Pues verá, tengo una queja importante que hacerle.

- ¿Qué ha pasado? le pregunto con cierta preocupación.

- Su servicio de transporte, pésimo. Yo tengo un teléfono por satélite (quédense con la palabra teléfono) que marca la hora exacta. Fuimos a la parada de su servicio a las 20:58 para tomar el bus de las 21:00, pero el bus ya se había ido. Es decir, se fue antes de la hora, porque mi teléfono por satélite marca la hora exacta, así que tuvimos que esperar UNA HORA más hasta el bus de las diez de la noche, y estamos agotadas y mañana nos levantamos muy temprano bla bla bla...

Cara de circunstancias mientras me imagino su teléfono por satélite...

¿Oiga?

- ... bla bla bla, y cuando su bus arrancó, el reloj del coche marcaba las 22:02, cuando por mi teléfono por satélite eran las 21:57. Si tienen un servicio así, es necesario que sea puntual y exacto, pero comprensivo con la gente, que deje al menos cinco minutos de margen (desconocemos cómo es eso de puntual y exacto pero con margen).

Mi cara interior de circunstancias deba paso a un absoluto momento lol mientras me imaginaba su grandísimo momento fail, pero logré contenerme.

- ¿Puedo hacer algo por usted esta noche?

Así se cerró la conversación mientras la paisana se iba a su habitación. Evidentemente, esta noche toca boda cerca del hotel y hay ruido. Veremos en qué queda la queja. Las pobres mujeres sólo iban a poder dormir siete horas esta noche por culpa del transporte del hotel... Que a las diez de la noche yo llevase catorce horas de guardia es lo de menos, claro, y no pretendo que les influya, pero manda narices lo chunga que puede ser la gente. Gentuza, mejor dicho.

Lo que más me maravilla de ellos, no obstante, es su capacidad para sobrevivir,pese a tener un evidente retraso mental funcional. Mi abuelo siempre se pregunta, cuando le cuento cosas así, cómo es que no han sido atropellados por un coche o electrocutados con un enchufe, si son tan inútiles. El sitio en el que todos los coches de los hoteles recogen a los clientes en Luang Prabang es la entrada del mercado nocturno. Lo habitual a las nueve de la noche de estos días es ver no menos de viente tuk-tuks con conductores ofreciéndose a llevarte. No, la señora fue incapaz de coger un tuk-tuk y venir al hotel, pese a estar tan agotada. Prefirió esperar una hora, y me apuesto grandes riquezas a que esperó de pie, allí mismo, enfurruñada mientras le soltaba la gran brasa a su hija, que viaja con ella.

Pero ¿qué me dicen de su teléfono por satélite? Dar la hora, la da, sin duda. ¿No sirve para llamar al hotel a pedir que las vayan a buscar? Se ve que no, o se ve que llamar sale caro.

Y es que hay gente que viaja a estos países y cree que la realidad es lo que hay en el hotel, con lo que todo ha de funcionar perfectamente porque el hotel es de standard norteamericano, y lo de fuera es mera atracción turística. Mañana irán a ver a los monjes y serán felices dándoles arroz, pensando que esas cosas son un mero juego para turistas. O peor, creyéndose superiores a los monjes y a las gentes de aquí, que sí creen en los beneficios de las ofrendas budistas.

Y los ves que vienen con la riñonera metida por dentro, vestidos de Indiana Jones de marca, sin ninguna intención de aprender nada de la cultura local, riéndose de los lugareños mientras hacen unas fotos horribles a los pobres niños que van a saludar, algunos a pedir, por si acaso, antes de volver al hotel a quejarse de que hay gallos cantando desde muy temprano en la casa de enfrente, o de que las carreteras son malas, o de que hay tráfico. Mientras algunos se maravillan con que tengamos internet (que tampoco tengo claro que sepan a dónde vienen....), ellos protestan porque el internet va "lento".

La pregunta es: ¿por qué viajan? Vienen dos o tres noches, llegan a media tarde, cabreados porque a las 6 es de noche, cenan a eso de las siete y media, duermen... un día que si río y cuevas, por la noche al mercado... otro que si city-tour, si eso cascadas de Kwang-Si o ver cómo se hace el papel de arroz, y por la noche cenar en un sitio caro comida occidental... al día siguiente por la mañana ver los monjes, desayunar en el hotel y corriendo al aeropuerto. Eso sí, pantalón beige con grandes bolsillos, camisa con ventilzación de rejilla y doble capa sobre los hombros, sombrero ad-hoc, y teléfono por satélite, lo que demonios sea eso (se ve que mi móvil laosiano va por cable, o algo). Y luego pierden el bus y no saben qué hacer.

Extra: por si no fuera poco para este par de imbéciles, pasado mañana se van un par de noches al Norte. Norte: lugar sin electricidad ni agua corriente, con fauna de todo tipo y especialidad en malaria y demás enfermedades tropicales. Y comida imposible de comer, como la ensalada de papaya, que es una cosa frente a la que la peligrosidad de los vegetales de Chernobyl te provoca risa floja...